jueves, 30 de mayo de 2013

Capitulo 2

Inusitadamente, el silencio que había en el ambiente se vio interrumpido por el sonido de un vaso de cristal estrellándose contra la pared.

-”¡Me dijiste que estarías siempre! Y ahí estás, sonriendo como si no pasara nada, ¡Eres una jodida mentirosa!, me traicionaste...”-Su voz se quedó en apenas un débil susurro. Mientras que sus débiles rodillas caían en medio del suelo de la cocina. Ese espacio, en el que sus padres siempre se reunían para charlar sobre medicinas cuando cocinaban juntos.

              

El sol casi se había ocultado, dando paso a un maravilloso atardecer. Los últimos rayos, iluminaban débilmente toda la sala. La chica, apenas se movió de donde se encontraba, estaba paralizada.


La luz del día fue apagándose, dándole un toque precioso dentro de la vivienda. La cocina tenía un color sencillo, nada extravagante ni llamativo, un color blanco para las paredes y un tono beige para los muebles. Al igual que las paredes, la barra americana también poseía un color blanco gracias al mármol que lo cubría, donde se encontraba el ordenador, inservible como los muchos electrodomésticos de la casa, aunque limpios y en su lugar,  como si el paso de los años no los hubiera afectado.





-”Lo siento...No debí gritarte, no tienes la culpa de que no estés aquí ¿Me perdonas?”.- Su actitud cambió de una forma sorprendente, mientras se acercaba al cuadro hecho añicos. - “Alysa no lo volverá a hacer mami ... Pero es que, estoy muy sola entiéndeme ¿Sí?”- Sus pálidas manos, apartaron los trozos de cristal que todavía quedaban en el cuadro.

                   " Egoísta, eres una sinvergüenza..."

Pequeñas gotitas saladas, le surcaban por las mejillas hasta llegar al rostro de su madre. El tono de piel era morena, el color de aquellos ojos reflejaban un frío color celeste; nada comparada a su hija. La complexión del cuerpo era delicada pero a su vez fuerte.

-”Yo nunca pude ser lo que querías, siempre fui diferente a tu manera de ver,”- La voz era suave, miles de imágenes pasan como si de una película se tratara .-”Y aún así, me acunaste en tu regazo desde que nací ”.- Temblorosas manos palparon su cara, con el único fin de poder ocultar esa mirada, de un color gris azulado.

         "Mala agradecida, debilucha, que no sabes hacer nada..."


El cuerpo de Alysa, tenía una estructura atlética y delgada. No se permitía el lujo de cocinar, después de siete años apenas existía la electricidad. Prácticamente, se bastaba de todo lo que le proporcionaba la caza. La carne, era un alimento exclusivo para ella, necesitaba evitar a toda costa no volver a tener anemia, como tantas otras ocasiones tuvo de pequeña.

 Cuando nos ponemos a pensar y a observar cuidadosamente lo que nos rodea, nos podemos dar cuenta de muchos detalles.
Una persona propensa a padecer todo tipo de enfermedades es bastante lógico que muera mucho antes que cualquier otro ser humano. Sin embargo, ahora dicha persona con un simple cambio en el hábito alimenticio, es capaz de sobrevivir tranquilamente en un mundo donde la epidemia ha arrasado con vidas mucho más fuertes que ella.


 "Esos humanos que me encantaría, hincarle los colmillos y chuparle hasta la última gota de su vida"


Con suma lentitud, fue recuperando el control de su cuerpo y pudo levantarse del suelo con el retrato en una de sus manos.
Al sentarse en unos de los tres taburetes que decoraban la barra americana, soltó el cuadro al lado de una malgastada libreta.


En su contenido, podía verse como ella iba plasmando todo sus sentimientos y recuerdos. Sus palabras eran las siguientes:



“ Me encontraba sola en casa .Mis padres se fueron dejándome atrás.

Recuerdo parte de esa noche, los pasos, la respiración entrecortada. Me iban a matar, lo intuía. El sonido de unos zapatos se detuvieron frente a mí.

En la oscuridad, notaba como ese áspero aliento desquiciaba y corrompía todo mi abatido cuerpo, con cada bocanada de aire que yo aspiraba.

El cansancio me abrazó con mucha fuerza, la inconsciencia estaba más cerca de lo que creía. A lo lejos, se escuchaban gritos, disparos.
                  
                                     
Cuando me desperté, estaba tumbaba en la cama, como si todo lo que había presenciado fuera una dolorosa pesadilla. ¡Qué grande fue mi error, al pensar que era producto de mi imaginación !


 Por un tiempo, intenté culpar a esa misteriosa enfermedad, pero fracasé. Es imposible culpar a los únicos que fueron capaces de aceptarme y que ahora son mi única familia.

No puedo recordar más de aquella espantoso día, aunque siento en mi boca, ese sabor amargo que hace que me despierte empapada en sudor todas la noches...”

Ahora, le toca a ella seguir la historia porque realmente es su historia a partir de este momento.


  "Nunca encontraré nada capaz de sanar mi alma, simplemente porque carezco de ella".-Me dije a mí misma.- ¿Será que nunca llegué a tener una?"









  

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